¿Cómo es posible que todos los niños tengan gran capacidad en una disciplina tan complicada como es la ingeniería inversa? ¿Cuál es la causa?
Hay varias maneras de que una empresa alcance la velocidad de sus competidoras. Algunas como la investigación y el desarrollo están muy bien vistas, pero otras no tanto. Una táctica muy utilizada es fichar a los ingenieros de tu competencia, de manera que adquieres su conocimiento para tu propia empresa. Ocurre de manera más habitual de lo que se pueda pensar, pero sólo aparece en prensa cuando las empresas forman parte del mundo mediático.
Más antiguo aún que el «robo» de ingenieros es la ingeniería inversa, una suerte de espionaje industrial donde intentas averiguar cómo ha fabricado tu competencia ese producto que tú no tienes. Para ello sólo necesitas ese producto e investigar cómo se ha hecho.
Gracias a la ingeniería inversa los aliados pudieron descifrar la máquina enigma de los nazis, pero entre empresas es diferente.
Cuando IBM invento el ordenador personal dominaba el mercado, ya que el código de la BIOS estaba muy protegido. Pero Phoenix Tecnologies lo descifró a golpe de ingeniería inversa y se empezó a replicar con grandes modificaciones para evitar demandas. Mientras IBM intentaba defenderse en los juzgados, la producción de ordenadores «clónicos» aumentaba exponencialmente. No había vuelta atrás.
El gran beneficiado de todo aquello fue un señor muy muy pero que muy oportunista.
Las actuales FPGAs libres de las que se habla mucho últimamente, vienen de la ingeniería inversa que Clifford Wolf empleó durante 3 años para obtener la estructura de una FPGA iCE40 de Lattice Semiconductor.
Los niños son el mejor ejemplo de ingeniería inversa.
Los niños quieren saber, quieren conocer cómo funcionan las cosas. La curiosidad les puede y esa curiosidad es la mejor aliada del aprendizaje. Desde bien pequeños van a preguntar por qué ocurren las cosas y quieren saber todo.
En mi infancia mis padres sabían que cada juguete que caía en mis manos iba a ser investigado. Yo intuía que el Auto Cross de Congost funcionaba con un imán, pero… ¿cómo se transmitía el movimiento del volante al imán¿ ¿Qué mecanismo hacía mover todo aquello en círculos? Necesitaba abrir las cosas y verlas por dentro.
Mi libro de cabecera era «Cómo funcionan las cosas» de MacAulay edición 1988. Pero la cosa se fue complicando y si con Simon ya alucinaba con Hundir la flota por computador enloquecí. Lo usé mucho más como juguete educativo que para hundir los barcos de mi hermana.
Con aquellos juguetes podías entender muchas cosas de electricidad y electrónica y sólo te frenaba cuando llegabas al chip integrado, a esa caja negra que sólo pude empezar a comprender años después con la formación adecuada.
El problema que veo hoy en día es que los niños tienen juguetes electrónicos imposibles de descifrar para ellos y no hablemos de una tablet o un teléfono.
Los niños siguen queriendo ser la punta de lanza de la ingeniería inversa, pero se frustran demasiado pronto porque, a pesar de tener internet, es muchísimo más complicado de entender las cosas.
Ayudemos a que entiendan la mecánica de un motor, la arquitectura de un ordenador, la generación de energía o las comunicaciones inalámbricas. Dejemos que abran un portátil averiado, unos altavoces antiguos o el juguete electrónico de las navidades pasadas.
Es nuestra obligación darles a los niños las herramientas que sean necesarias para potenciar su ingeniería inversa, para que puedan entender cómo funcionan las cosas. No podemos permitir que un niño deje de ser curioso con 12 años porque no hay nadie que le haga entender las cosas. Debe de poder entenderlas y seguirá siendo curioso, y seguirá aprendiendo.
Yo no quiero «fabricar» ingenieros, simplemente creo que los niños se merecen seguir siendo curiosos, entender las cosas sin memorizarlas, emocionarse a base de descubrir y ser personas «despiertas».
Los sistemas educativos están cambiando pero desgraciadamente es imposible cambiar al ritmo que cambia la realidad que nos rodea. Lo ilusionante es la cantidad de padres, docentes y academias que están entendiendo estos cambios y se están formando para poder explicar a los niños cómo funcionan las cosas. Que se están reinventando para motivar a los niños con nuevos métodos.
A todos esos padres, profesores y academias les doy las gracias y les animo a seguir ese camino, para que la ilusión por descubrir las cosas no se apague nunca en los niños, y que nuestro hogar, el colegio o la academia de extraescolares sean lugares de aprendizaje a través del descubrimiento y la experimentación.
Dani S.
Martin Bentancor says
Excelente artículo. Quien no desarmó un auto a control remoto de esos cableados que solo avanzaban y retrocedían para ver su funcionamiento??
Para educar hay que volver a ser niños, tomar eso que aprendimos y traerlo a nuestro presente
Dani says
Gracias por tu comentario Martín. Efectivamente volver a ser niños ayuda en muchas cosas, una de ellas educar.
Saludos!
Dani
Francisca Yanqui Traverso says
Excelente reflexión para desarrollar la creatividad.
Gracias Dani.